Un día con su excelencia
Hugo Montes, Las Ultimas Noticias, 10-09-1993
“Se da la paradoja que quienes mueven los hilos del personaje central casi no aparecen en la novela; son como mitos que actúan desde la sombra, desde la ausencia. Así, Zeimur, el empresario; así Bétofen y esos primos y cuñados de la esposa de Medrano. Curiosa es también la relación entre éste y su abogado, no menos que sus amores nacidos de la contemplación de un cuadro de Renoir. Gran acierto -nos parece- de esta novela es precisamente el juego de los personajes: el del escenario y los de entre bambalinas. El lector siente compasión por Medrano; por sus bajezas y sus indecisiones; por su relativa bondad; pero la admiración, negativa o positiva, va hacia los otros: hacia los que no están directamente, pero sin los cuales quienes aparecen serían distintos o simplemente no serían.
"Esta sola curiosa situación permite decir que Fernando Jerez ha escrito una novela distinta, extraordinaria, en todo el sentido de la palabra. Y que hay que leerla como una obra nueva, alteradora de nuestra narrativa tradicional".
Ramiro Rivas, La Epoca, 12.09.1993
"Conocedor el autor de las técnicas modernas, planifica el relato en varios planos o capítulos alternados, desarticulando la temporalidad cronológica. El lei motiv lo fija el largo juicio entablado por Francisco Medrano a la compañía que lo ha exonerado acusándolo de activismo político al día siguiente del golpe militar, juicio que se prolonga un año y medio...El autor, con habilidad, va relatando las diversas escenas que pueblan la historia, mediante episodios concisos, en donde las voces narrativas se adecuan al hablante, ya sea la voz de la madre, Julia, coloquial, inocente, líricamente creativa en su sencillez; la voz en primera persona de Medrano, analítica, cuestionadora, sarcástica; la voz en tercera persona que cobra un distanciamiento narrativo más globalizante de los múltiples personajes y situaciones, etc. Todo este ensamblaje funciona por el tratamiento casi científico de estructuración...como los capítulos dedicados a la madre que ganan en frescura expresiva, con hermosas imágenes, acertadas descripciones del pueblo y sus costumbres, su oculta sensualidad manifestada en las noches en que los instintos primarios se desatan en cualquier lugar, desestimando la prédica del plébano...Jerez escribe sobre hechos cotidianos, sobre pequeñas historias particulares que encierran otros universos internos, siempre con un telón de fondo histórico, contemporáneo, rescatando de la memoria esos recuerdos que no debemos olvidar...Es sencillamente, la historia de un puñado de seres reales novelables, de todos los días. La búsqueda de un mito, como el cuadro de mademoiselle Irene, el retrato de Renoir, que el protagonista indaga en cada rostro de mujer que lo aproxima un poco a ese paraíso perdido. Una novela que muestra a un narrador maduro, seguro en su oficio, que robustece la prosa chilena de estos últimos años".
Hugo Montes, Las Ultimas Noticias, 17.09.1993
"¿Mero afán de cortar la historia lineal, de alterar cronologías, de jugar a los montajes, de estar, en suma, en la cresta de la ola de la modernidad?.
Pregunta que -nos parece- sería injusto responder afirmativamente. El autor tiene aciertos claros en la creación de personajes y en múltiples pasajes que pudiéramos llamar líricos...Creemos que este incansable y a la vez fatigoso recomenzar y no concluir de inmediato los relatos parciales tiene que ver directamente con las vicisitudes del protagonista Francisco Medrano, indeciso, contradictorio, cambiante...Muchos otros aciertos tiene Temprano despunta el día; entre ellos, el no presentar las cosas sólo en blanco y negro o -mejor- el distribuir en el tablero del ajedrez, las piezas de manera no siempre coincidentes con el color esperado. Y están los aciertos poéticos, desde el título hasta una adjetivación feliz y exacta.
"En fin, una gran novela, que aunque por momentos cueste, hay que leer de cabo a rabo".
Marino Muñoz Lagos, "El Magallanes", 5.09.1993
"Ahora nos sorprende con la publicación de otra novela de largo aliento, como lo es "Temprano despunta el día", que relata la existencia insólita y ambigua de Francisco Medrano, alto funcionario de una vasta red de empresas que lidera el comerciante oriental Zeimur, cuya estatua domina el salón principal del establecimiento.
"Es la misma estatua que en un acto de heroísmo fallido derriban Francisco Medrano y su amigo del alma, el inseparable Pablo Bétofen, en la misma madrugada del 11 de setiembre de 1973, horas antes que empezaran los violentos bombardeos al palacio de La Moneda. A raíz de este hecho punible, se abre el proceso que lleva a los tribunales a acusadores y acusados en un largo y alucinante juicio que se encarga de dilucidar los aspectos esenciales en la vida de Medrano...Fernando Jerez sabe manejar su novela...Varios de sus episodios narran en forma despiadada los actos desgarradores a que fueron expuestos los ciudadanos de un país amante de la libertad y la sana convivencia..."
Guillermo Chandía, El Sur, Concepción, 5-9-93
"Chileno, narrativamente prolífico, muy editado en el extranjero, el autor arma una novela cautivante, en que la dura realidad nacional de 1973 se enreda con una ficción intimista y la construcción de una especie de antagonista. Origen humilde, niñez difícil, adultez condicionada por una sociedad deformante, este ser comete un acto inoportuno y enfrenta un juicio algo kafkiano. Y es en esta instancia que se reconstruye su vida y la de los suyos, aflora el erotismo y la mujer que se disgrega en varias otras...Narración en planos diferenciados y con lenguaje cautivante para construir personajes plenos de empatía".
Poli Délano, La Nación, 2.10.1993
"Hasta la muy reciente aparición de su novela "Temprano despunta el día", que empieza a circular y que ya ha despertado el entusiasmo sin reservas de muchos críticos. No es mi labor hacer la reseña, pero acabo de terminar su lectura y la recomiendo enfáticamente como una de las mejores ficciones publicadas en el último tiempo, escrita con una pluma sabia, aguda y profunda, por un escritor que ha encontrado quizás el punto mayor de su madurez y que ha llegado como pocos a depurar su estilo".
Antonio Rojas Gómez, Las Ultimas Noticias, 26.10.1993
"Por eso es halagador descubrir una novela chilena que combina la profundidad de su mirada con el mejor manejo idiomático y una construcción sólida, en la que nada queda entregado al azar. Una novela excelente, que descuella entre las publicaciones recientes. Un aporte significativo a la literatura.
Estas meditaciones surgen de la lectura de "Temprano despunta el día", de Fernando Jerez.
En "Temprano despunta el día", alcanza su máximo nivel. Se trata de una novela difícil por la forma escogida para narrar la historia, con muchas voces, distintos enfoques y acercamientos tanto a la anécdota como a los personajes. Tropezar resultaba casi ineludible. Sin embargo, el autor supera la prueba sin faltas, con una perfección notable.
El tema puede resumirse en cuatro líneas: un largo juicio que sigue un empleado exonerado de una compañía financiera por haber destruido la estatua del fundador en la madrugada del 11 de setiembre de 1973. Pero se requerían 286 páginas para presentar un trozo de vida concluyente, poblado por hombres y mujeres expuestos en su realidad desnuda ante los ojos del lector que jamás termina de sorprenderse".
Camilo Marks, Revista Simpson Siete, Noviembre 1993.
"Fernando Jerez ha abordado en su última novela un tema bastante inédito y original dentro de la narrativa chilena reciente: la biografía de un hombre débil, con una dosis de oportunismo pero con una aguda percepción de la realidad y de sí mismo. La vida de Francisco Medrano cruza los acontecimientos históricos de los últimos tiempos y este personaje, como creación literaria, sostiene el interés y las simpatías -o antipatías- del lector.
Jerez emplea una multiplicidad de técnicas narrativas de la novela actual y ello se expresa a veces en un estilo con nervio y garra. El aspecto formal más sobresaliente es el cambio de la persona, alternado con extensos pasajes lineales. El protagonista cuenta su versión y Julia, su madre, lo hace en una especie de fluir de la conciencia improvisado en los trozos más estremecedores del extenso relato. Tal vez lo mejor del libro se encuentre precisamente en esta narración de la infancia remota de Medrano; Julia habla o piensa con la crudeza brutal, casi salvaje, de una campesina sin educación; el talento del autor sublima esos aspectos al dotar a la mujer de una genuina ternura cuando monologa o mantiene un diálogo con Pereda, el ex amigo de Medrano que acude al lugar donde nació a inquirir información sobre él.
Además de Pereda, los demás personajes secundarios son muy convincentes. Entre éstos, destacan Bétofen, amigo y camarada que atrae a Medrano hacia el gobierno de Allende, Bozo, un soplón de la empresa en que trabaja, Magaly, la secretaria, su mujer Rosana y la misteriosa Nicole que dejó a este antihéroe plantado para siempre en el parque forestal.
Uno puede continuar describiendo una serie de aciertos en la narración, como el panorama de los momentos posteriores al golpe militar, sobre todo la frenética carrera de Medrano en automóvil, pero cometería un grado de injusticia respecto de esta novela deteniéndose sólo en estas parcialidades.
Porque Temprano despunta el día no es, fundamentalmente, una obra política. En el centro de los múltiples recursos y situaciones hay una historia de amor obsesiva y con ribetes enfermizos. El punto de partida de ella es una especie de monomanía del protagonista con una mujer de un cuadro de Renoir y eso sí que es original y atrevido. Lo es puesto que posee más consistencia y verosimilitud (a pesar de lo increíble que pueda parecer) que el otro eje de la historia, consistente en el juicio que entabla Francisco Medrano contra la firma en que trabajaba al ser despedido tras la implantación de la dictadura militar. Así, la adecuada ambientación de la época posterior al golpe, los saltos en el tiempo o los kafkianos avatares del proceso palidecen frente a la situación íntima del carácter principal de la novela y a la enrarecida fantasía erótica que preside su existencia y que lo hace perderse en delirantes designios o prosaicas realizaciones".
Eduardo Guerrero del Río, "La Segunda", 3.11.1993
"Temprano despunta el día", tercera novela de Fernando Jerez, es una narración bien trabajada, resaltando la pulcritud del uso del lenguaje, junto al entrecruzamiento de diversos planos espaciales y temporales".
Carlos Jorquera Alvarez, Diario "Las Ultimas Noticias", 13.11.1993
“Con un magnífico manejo del tiempo y de las complejidades y sutilezas en el trato de los seres humanos, esta novela poliédrica se alza como un verdadero hito en la producción literaria nacional. La obra es, en sí misma, una profunda intuición de cómo nuestra conciencia es prisionera de actos ajenos. Los otros tienen excusas para deslindar responsabilidades acerca de nuestras equivocaciones. Los aciertos, por supuesto, casi siempre son de los demás. Incluso, nuestros actos en apariencia más libres corresponden a modelos antiquísimos. Hoy día los iconoclastas creen derribar los ídolos, pero son los ídolos quienes manipulan su propia y espectacular caída. Estrategia, marketing, ganancia al fin y al cabo. El simbolismo de esta novela llega hasta las raíces mismas del "alma nacional".
Lo anterior a propósito del proceso en que se ve envuelto el protagonista. El juicio ‑‑cuyo paradigma "iconoclasta" se encuentra en Cicerón‑ es el nervio desde el cual se ramifican los diversos cursos de la narración, Francisco Medrano, en pleno período post‑golpe, se ha querellado en contra de la compañía en la que trabajaba, alegando una exoneración injusta. La demandada, representada por Pereda, ex amigo del protagonista, quiere revertir los cargos acusando a Medrano de derribar la estatua del presidente de la empresa, el señor Zeimur, cosa que en rigor es absolutamente efectiva. Los avatares del proceso apuran la evolución de Medrano, quien, de ser el soplón de la empresa, de trepar en los cargos en base al hundimiento de sus compañeros, pasa ‑ merced al conocimiento de Bétofen, su gran amigo muerto la madrugada del 11 de septiembre‑ a convertirse en un subrepticio simpatizante del gobierno de Salvador Allende y a luchar solapadamente, desde su posición de ejecutivo, en favor de los cambios impulsados por el régimen imperante.
La atmósfera enrarecida del juzgado, el observador militar, los testigos ‑vendidos unos y casi estúpidos otros‑, el corifeo del actuario y la secretaria, los abogados, le otorgan al juicio una dimensión y forma oníricas. De ahí que los hechos se encadenen rompiendo la temporalidad. Esta vaguedad en el lineamiento de las circunstancias contribuye a generar un ambiente propicio a lo inédito, a lo difícil de creer. Sólo así se traga uno sin chistar la increíble metamorfosis de Medrano, aunque lentamente uno se va dando cuenta de que todo era cuestión de oportunidades.
Medrano es un personaje complejo. Su personalidad se construye lentamente, pues tiene varias caras. La suya, la que Ci cree tener, la que se va desprendiendo y las de los que lo creen conocer. Medrano. también, es un fetichista que lleva por todas partes, oculta, la imagen de mademoiselle Irene, la pelirroja de Renoir. Medrano está atado a la imagen. Sólo Nicole, su amor de adolescencia y a la que reencontrará en difíciles circunstancias, lo ha entendido. Y sobre todo, Bétofen, el amigo subversivo, quien lo conecta con sus propias experiencias de miseria y desolación. Por otra parte, la madre de Francisco, habitante de un mísero pueblo cercano a Rancagua, evoca frente a la grabadora del abogado de la empresa la infancia del cotito, fruto de sus amores ilícitos con el Rufo. Inocencia, tristeza, maldad, sensualidad, pobreza es lo que expresa la limitada mujer. Es una voz narrativa distinta, coloquial, que le entrega al conjunto una perspectiva distinta. Así, el lector se mueve confrontando circunstancias, y los juicios respecto de los personajes generalmente son provisorios, pues siempre hay algo aguardando ser revelado.
Una gran novela que aloja en su perfecta estructura una serie de claves y símbolos que nos sirven para reconstruir una vida que también a nosotros nos toca.
Wellington Rojas El Renacer, Angol, 27.10.93
Quienes están familiarizados con el repunte de la narrativa chilena, caracterizado por la aparición de una nueva generación de creadores, seguramente no quedarán indiferentes ante la aparición de la novela "Temprano despunta el día"...Su autor es uno de los intregrantes de la ya mítica generación de los novísimos o veteranos del 70, que formaban la generación del relevo a los entonces ya consagrados componentes de la generación del cincuenta. Con su novela "El miedo es un negocio", publicada en los años setenta, logró un lugar destacado en nuestras letras, lo cual quedó confirmado con su volumen de cuentos "Así es la cosa" (1983), cuya primera edición dio la luz en México, luego en 1986, apareció, la que a nuestro juicio es su novela más lograda "Un día con Su Exclenecia".
La lectura de su última novela no dejará a nadie indiferente. Para muchos será una novela sobre las postrimerías del proceso de la Unidad Popular, otros irán más allá y la asimilarán con el inicio del terror imperante que duraría más de una década. En este caso no se trata de una apología ni diatriba a ninguno de los períodos señalados. Toda la narración está centrada en Francisco Medrano, personaje que se nos presenta por medio de distintos aspectos de su existir, de los cuales, el más importante es un juicio que Medrano le hace a la empresa que lo ha dejado sin trabajo por considerarlo activista político. Ante el tribunal rememora la génesis de su condición de acusado...
Una novela con historias y aunque, todavía a muchos les parecen inusuales, acontecieron en "una larga faja de tierra", las que están escritas por todo un narrador de sólido oficio como lo es Fernando Jerez.
Ramón Díaz-Eterovic, Punto Final, Febrero, 1994.
...en ella recrea los días inmediatamente posteriores al golpe militar a través de Francisco Medrano, un empleado bancario que es despedido de su trabajo por su adhesión al gobierno derrocado. Para el desarrollo de su historia, Jerez utiliza distintos narradores lo que hace de su novela un atractivo y bien logrado texto que permite al lector seguir la trama desde distintas vertientes. Humor e ironía son dos elementos presentes en la novela, la que muestra una vez más a un narrador prolijo, maduro, capaz de transformar una anécdota simple en una narración de interés, sustentada en un acertado y variado manejo del lenguaje".
Fernando Alegría, 15.03.1994
“Leí la novela de Fernando Jerez Temprano despunta el día. Pienso que es un aporte mayor a la nueva narrativa chilena. Es una novela en que el tocayo se supera verdaderamente...”
Milton Aguilar, ”Ultimas Noticias”, 27.11.94
En ésta su tercera novela, una de las más importantes publicadas en 1993 y quizás en los últimos diez años, nos presenta, a través de un discurso en que combina varios procedimientos narrativos, la historia de Julio Medrano enfrentado a un insólito juicio por despido arbitrario, pero que es, a la vez, un crecimiento del héroe en su propio conocimiento y de la realidad que lo circunda.
EL TRASFONDO es septiembre del 73, momento donde la pesadilla se hizo realidad y el dolor consumió con rapidez todo vestigio de felicidad. En este ámbito, se reconstruye, con reminiscencias testimoniales entregadas por la madre, la niñez del protagonista. Estos recuerdos ‑que afloran gatillados por cualquier circunstancia‑ representan una reflexión propia acerca de la vida, de los remordimientos y de la conciencia de dar un salto desde el mundo de la vigilia a una realidad que nos entrega la imagen de un mundo dividido y de aguda confrontación. Ésta es una novela que desnuda la incomunicación, la soledad, la barbarie, el ansia de poder, el contexto social, el afán de no borrar la memoria, la falta de sensibilidad y razón, la decadencia, la degradación física. Un mundo en ruinas donde era posible encontrar a otros seres solitarios. El cambio y la modificación de los antiguos valores, el temor al poder incontestable de los triunfadores frenéticos.
Frente a las posiciones oficiales, los testigos entregan la contrainterpretación. Recoger la visión de los vencidos o de los marginados, transmitir las vidas y esperanzas y recaídas de quienes no caben en los manuales históricos. Olvidar no está permitido, porque para que el futuro sea diferente, el pasado debe retenerse.
JEREZ ES un escritor que desdice la verdad de la información oficial, lo que conforma una invalorable fuente de datos que también quedará flotando en el ambiente.
Este proceso "de lo visto y lo vivido" puede ser interpretado o pensado como el proyecto de una ficción actual, literal, una obra llena de dudas y desconfianza, una ficción crítica que muchos les están escribiendo a aquellos viejos hijos del mañana, en un curioso tiempo narrativo de futuro anterior. De modo que los elementos históricos son rescatados y memorizados por un hecho de lectura siempre presente, y político. Pero a ese decurso se agrega un cierto uso de la imaginación, lo que le da valor y trascendencia.
Daniel Reyes León, Una Vuelta.com, 25 de abril 2005
De qué sirve al cautivo / tener grillos de plata y el enrejado de oro / si la libertad le falta”. (Copla Popular)
Esta novela de Fernando Jerez trata sobre un hombre afortunado. La fragmentación formal de la historia desarrolla una suerte de olvido premeditado que dificulta la sucesión de hechos y su contraste con una realidad que -para quien les escribe-, ha sido relatada de diversas maneras, todas igualmente fragmentarias: una situación totalmente condenable, ya que la ignorancia histórica de la dictadura aún permanece recluida y ni siquiera se le ha concedido una libertad provisional en las escuelas y colegios, menos en la historia oficial.
La particular historia del personaje, que a veces se adueña del relato y otras lo deja a merced de un otro que no se termina de construir, es de aquellas que, tangentes al golpe de estado en Chile del año 73, nos dibujan un contexto determinado y delimitado por el desorden y la polarización social. Las microsociedades donde se desenvuelve el personaje traslucen en pequeños detalles el paso de la democracia a la dictadura, a veces de manera drástica, otras de manera solapada y casi en absoluta normalidad. La fortuna que les comenté al principio no es un adjetivo que discurra durante todo el relato, pero -así como en un cuento infantil a todo color- el final se anticipa de manera ilustrativa. Sin embargo, en las diversas historias que aparecen y desaparecen mientras el afortunado descubre su fortuna, se va destruyendo la dignidad de un personaje sin autoestima y con pocas ganas de hacer. Sometido en un principio a la labor infructuosa de una oficina en la que está empleado, y luego a una denigrante cesantía, este antihéroe apolítico y sisifesco comienza a introducirse en una historia policial con juicios, fechorías y demandas que lo absorben y lo distancian de los sucesos políticos que se asoman tímidamente en sus vivencias.
Temprano despunta el día tiene varios vuelcos y un guiño a la novela policíaca contemporánea, construida con tiempos que discurren de forma paralela y personajes simples pero contundentes que alivianan la identificación deliberadamente confusa a lo largo de todo el relato, con una raíz cinematográfica muy fuerte. A pesar de que la novela gira en torno a un personaje, mantiene cierta agilidad en los constantes cambios de plano que coinciden con el modo atemporal de constituir escenas; como si nosotros (los lectores y potenciales lectores) fuésemos testigos de determinadas pruebas y estuviésemos forzados a anticipar los movimientos tanto del contexto como de los personajes, navegando a contrapelo en una historia repleta de huecos que nos obliga a estar determinados políticamente. De esta manera, Fernando Jerez logra evadir la historia oficial de la misma manera que lo hace la película Machuca, haciendo de una historia periférica el centro de un relato que tiene más vínculos con un descontento actual que con una determinada posición política en los años del golpe de estado, y su consecuente alegría o desencanto.
|