Comentarios y Críticas


Los sueños quedan atrás

Déjame tener miedo

El miedo es un negocio

Así es la cosa

Un día con su excelencia

Temprano despunta el día

Adiós, Doris

El himno nacional

Otras menciones


Un día con su excelencia

Hugo Montes, Diario La tercera.
"Fernando Jerez actualiza y localiza. El protagonista es un tal Núñez, déspota ya anciano, obsesionado por su salud y por un erotismo senil rayano en la patología. Ha conocido a una muchacha que resulta ligada con un pintor extremista de oposición. Quiere a toda costa llevarla a palacio, pero encuentra la sórdida resisten­cia de los servicios de seguridad. De otra parte, aparece precisamente la joven que sufre la violenta represión de sus perseguidores. Se subraya su ternura, su valentía... La técnica del autor es precisa, rigurosa, Jerez se las arregla para que el relato no vaya más allá de un día de la vida del protagonista. Esta forzada unidad de tiempo lo obliga a emplear recursos conocidos para romper la cronología: recuerdos, diarios de vida, imaginación prospecti­va. Desde este punto de vista formal, la novela está plenamente lograda. Una novela que ciertamente dará mucho que hablar.

Fragmento de carta dirigida al autor por un crítico chileno que vio impedida la publicación de su nota, durante la dictadura militar.
"Respecto a Un día con su Excelencia, yo ya había saboreado un fragmento en la revista Apsi y no me imaginaba que de repente me iba a llegar la obra completa, lo cual me alegró muchísimo. Muy pronto espero leerla con toda atención y escribir un comenta­rio dirigido a usted, porque por lo que veo, ningún diario me aceptaría referirme al tema de su novela con la libertad necesaria para el caso".

UN DIA CENSURADO
Hasta el día 22 funcionará la Feria del Libro de La Serena. Pero, al revés  de las que se han efectuado en Santiago y otros lugares, ésta sufrió los rigores de la censura. Por orden de la Municipali­dad local quedaron fuera de la muestra el presidente de la Sech, Martín Cerda, y el escritor Alfonso Calderón. También fue vetada la participación de la editorial Galinost (ex Brugue­ra-Chile). La explicación de esta medida la dio el director de la empresa, Hugo Galleguillos: en su lista de novedades incluyó Un día con su Excelencia, novela de Fernando Jerez. Al parecer, el título provocó suspicacias y temores.
Párrafo de la sección Confidencias, Revista Hoy, Febrero 1987

Roque Esteban Scarpa, Septiembre, 1986"¡Qué mundo tan sórdido! Pero es real. Eso es lo peor de todo. Aunque tal vez ahora no sea así. Quizás...empecé a leerla esa misma noche. Me deprimí tanto; me metí tanto en ese ambiente, en ese clima ¡qué terrible!

Está excelentemente bien construida. Dentro del tema -donde hay grandes antecedentes- logró una originalidad, una creatividad sorprendente y sustanciosa. Me gustó mucho leerla. Creo que es una gran novela. Felicitaciones a Fernando, dígale..."

(De un comentario preparado por Antonio Montero Abt para la revista "Análisis", y que no fuera publicado por haber sido prohibida la circulación de la revista. Agosto 1986.
"Difícil tarea de la Jerez, si se piensa  que El otoño del patriarca, de García Márquez y El señor presidente, de Asturias, constituyen trabajos magistrales sobre la materia. Pero Jerez emerge airoso de la prueba. La caracterización de ese dictador ya viejo, que con temor comienza a experimentar los signos aciagos de la decrepitud, es verdaderamente soberbia. Utilizando un lenguaje simple, muchas veces coloquial, sin abuso de la adjeti­vación, Jerez logra establecer esa imagen pura y brutal del dictador que ya casi no cree en nada, que siente a sus principa­les colaboradores como a enemigos potenciales, que hace esfuerzos por mantener su imagen (...) Jerez ha dado pruebas de una madurez novelística irrefutable..."

Antonio Rojas Gómez, Diario Las últimas noticias, 26.09.1986
"Pocas novelas están tan bien escritas como Un día con su Excelencia, de Fernando Jerez que acaba de editar Bruguera. En pocas se advierte un lenguje tan cuidado y una urdidumbre de situaciones y personajes tan vasta y tan prolijamente tejida. Ninguna novela en Chile había abordado el tema que enfrenta Jerez. Pero sí lo habían hecho muchas en el mundo, con firmas de tanto prestigio como Vicente Blasco Ibáñez, Augusto Roa Bastos, Miguel Angel Asturias y Gabriel García Márquez, estos dos últimos ganadores del premio Nobel.

Lo importante es que el libro del chileno Fernando Jerez no desmerece ante los otros.
Yo utilizo en realidad este libro de Fernando Jerez para hablar...Porque los libros hablan del hombre, son los mejores compañeros del hombre. Y estas reflexiones brotan precisamente de la lectura de una novela que se transforma en excelente compañera: Un día con su Excelencia, de Fernando Jerez".

Luisa Ulibarri, Mundo Dinners, Setiembre 1986
 “Es la historia del acoso, la soledad y el silencio. La historia de un tipo enamorado que podría pasarse fácilmente al romance...”

Mesa Seco, Diario El Heraldo, Linares, 12.10.86
"Jerez sabe contar. Un día con su Excelencia, son muchos días (más de mil). Y recurre a técnicas escriturales del oficio que maneja con talento. Logra a veces un verdadero clímax, como en ese perfecto capítulo 24, ágil, descarnado, cruel, profundo y dramáti­co. El libro, en ciertos momentos, nos introduce en una pesadilla.
Un día con su Excelencia es un testimonio ejemplarizador. Se leerá con interés. Ojalá hubieran sido "dos días". Y por encima de todo vive "infiltrado" ese trasfondo del Amor (con mayúscula), que es otro "dictador" que se apodera de los espíritus y contra el cual los Núñez (llámense El señor presidente, El otoño del patriarca, o El tirano Banderas) no podrán usar sus poderes y poderíos".

Y  ése es, pensamos, uno de los principales objetivos de Fernando Jerez: mostrarnos a un dictador por dentro, constreñido al pequeño mundo de su oficina privada en el palacio presidencial.

Luis Agoni Molina, 27-10-1986En verdad, se trata de una novela ( la última del autor de no muchos personajes y se circunscribe a veinticuatro horas de la vida del dictador Núñez.  Entrando ya en el plano estructural, podríamos decir que uno de los ejes que le imprime dinamismo a este relato es la preparación de una estudiada farsa final a cargo del Jefe de Prop­aganda: demostrar, mediante un discurso de Núñez desde un alto estrado (el cual ten­drá que escalar) a través de la televisión, que Su Excelencia goza de perfecta salud y no que ya está enfermo irrecuperable, como afirman sus opositores.

Sin embargo, hay un segundo motivo, paralelo al anterior, que también se mantie­ne a lo largo de la narración:  es el misterio que rodea al o los culpables de haber escrito "Núñez asesino" en el mismísimo ascensor del palacio presidencial.
Igualmente, hay un leitmotiv que le da un atractivo singular a la obra, además de que le confiere un simbolismo bastante expresivo: a Su Excelencia le encanta escuchar y bailar el vals "El Danubio Azul".  Esto se repite varias veces du­rante ese largo día.  Creemos que podría ser simbólico de la propia situación del ti­rano: así como gira y gira el vals, giran y giran sus pensamientos hacia un solo cen­tro: su persona y la de Verónica.  La acción de girar y girar forma círculos y los cír­culos se van cerrando, así como efectivamente se va cerrando el círculo de su existen­cia y su poder, hasta hacerlo víctima de sus propios colaboradores...

“...En este mismo sentido es importante anotar uno de los aciertos del narrador en cuanto a señalar el sadismo extremo en que ha caído Su Excelencia: hace instalar un circuito cerrado de televisión para ver en la pantalla cómo sufren sus enemigos políticos atrapados en prisión, pues "¡Son unos perros llorosos que al primer dolor gritan!  Así quería verlos, eso quería saber. A mí no me cuentan historias. No hay nada mejor que verle la cara al enemigo, aprender sus gestos, acostumbrarse a sus odios, pero éstos y todos los que me han traído son unas mierdas” ( p. 172), señala literalmente Su Excelencia.

La vida de su Excelencia parece llegar a su término y ante el inminente des­plome del sistema sólo queda Rosalino como único testigo de la intimidad relati­va de su amo; queda desorientado, no haya qué hacer, se le ha caído el mundo y está solo. Esto último, ¿será simbólico de la soledad en que concluyen casi todos los dictadores? ¿Es entonces la soledad ( cien años o más ) el castigo más grande para los tiranos?.
En fin, la obra llama a muchas reflexiones y muchos de los aspectos señalados podrían explicarse y desarrollarse con mayor amplitud.  Por ahora este esbozo al menos puede servir de orientación y como una apreciación primera.  Otras lecturas proporcionarán más elementos de juicio estético-líterario”.
 

Marino Muñoz Lagos, Diario El Magallanes, 2.11.86
"El presidente de la república de un país que no es del caso nombrar, se siente cada día más atraído por el poder. Al mismo tiempo, es acosado por los detalles del asesinato del presidente Lincoln. Además, gusta oír El Danubio Azul y evocar los felices momentos que tuvo con una muchacha que se escabulle de la noche a la mañana.
En la novela Un día con su Excelencia,  Fernando Jerez testimonia sus méritos de notable prosista. El mandatario que desconfía hasta de sus más íntimos colaboradores, tiene en Jerez a un estimable novelador de sus actos".

Revista Primer Plano, Noviembre,1986
"Fernando Jerez es un caso extraño en nuestro medio. Su novela El miedo es un negocio, fue escrita en 1972 y editada en Agosto de 1973 por la Editorial Nacional Quimantú, en su colec­ción Quimantú para todos. Se trataba de ediciones populares que circulaban por los puestos de diarios y a precios módicos. La edición de El miedo es un negocio fue la última que hizo la editorial: una edición de treinta mil ejemplares que se vendió prácticamente toda en el mes. (Cuando la editorial Bruguera quiso comprar lo que restaba de esa edición, a objeto de que no se perjudicara el mercado de las ediciones que está haciendo ahora de los libros de Jerez, se encontró con que restaban apenas poco más de 140 ejemplares).

Durante años, Jerez se autoexilió en Chile. Se marginó de la vida literaria, dejó de concurrir a los lugares que frecuentan los escritores etc. Cuando apareció, hace tres años, sus amigos lo recibían como a un exiliado retornado.
Ahora cuenta con el respaldo de un editor como Bruguera y antes del año va a aparecer la segunda edición de Un día con su Excelen­cia."

Fernando Alegría, Diario Excelsior, México, D.F., 17.10.86
"Así son y deben ser las novelas latinoamericanas de hoy si cuentan la vida, pasión y muerte de un dictador: diestras, ambiguas, misteriosamente míticas, sombríamente trágicas. Pero tratándose de Chile, el lector se desconcierta. No hay en nuestra historia patria la materia para la épica del caudillaje (...) Pero este no es el general que transcurre triste, envejecido, nostálgico y con dolor de piernas por las páginas de la hermosa novela de Fernando Jerez. Se trata más bien de un patriarca otoñal -ecos de García Márquez resuenan aquí como en otros libros de la joven narrativa chilena-, que ha reconocido de pronto la marca de su última soledad en el encuentro de una amada invisi­ble, puesta en las tinieblas de su lecho clandestino por sus secretarios de lujuria. La joven, dulce y trágicamente enloqueci­da por la desaparición de su compañero torturado por terroristas uniformados, escribe el canto de la ausencia en un cuaderno escolar primero, y en hojas sueltas después que, de las mazmo­rarras de los tormentos, son recogidas y llevadas en sobres de plástico al gabinete del general.

Núñez, el dictador, es una figura de complejo derrumbe interior; su discurso se mueve entre elocuentes quejas de dolor de huesos y exabruptos contra el séquito de íntimos sirvientes que lo traicionan a diario. Sus rodillas heladas, sus dietas de jugos de frutas (el general Ibáñez comía jalea real), el sillón donde reposa atesorando débiles rayos de sol invernal, el murmullo valseado de su disco de cabecera, El Danubio Azul, y los cañonazos de la sinfonía de 1812 del "ruso comunista", la sombra amable de su Verónica desaparecida y añorada, son  "leimotivs" maestramente manejados por Jerez para conferirle una patética humanidad que contrasta con el mundo de cartón de la Capitanía General, visto siempre a través de visillos y cortinas.

La identidad de Núñez es ambigua. El narrador va poniendo ciertas claves históricas: un bombardeo que deja un palacio en ruinas, un presidente sacrificado entre nubes de humo, un ascenso al poder por escaleras rotas y entre escombros de muebles, una visita internacional frustrada a medio vuelo...

La verdad es que en la ficción ya mítica de la reciente historia chilena no importan verdaderamente los signos definido­res. El antihéroe creado por Jerez sufre y pena en extraño vacío y contradictorio fin de fiesta:  la esposa, los secretarios, el mozo de intimidades, la amada inmóvil, el soldado de viejas y peludas charreteras, forman parte de un país repentinamente teñido de sangre, aterrado, dividido, despeñándose por noches de infamia.

Ante legítimo y altamente respetable es el de un novelista que sin temor publica su testimonio para predecir el despacho escalo­friante que traerá la onda corta convirtiendo así la ficción en verdad histórica.

¿Quiénes son los condenados? ¿Quiénes los que ascienden al paraninfo a cumplir el último acto de la tragedia griega? Un día con Su Excelencia parece ser la invitación de palacio al día del juicio final del régimen. Ni el autor ni el actor principal han incluido en su invitación el tradicional R.S.V.P. ¿Quiénes aceptarán el compromiso? ¿Quiénes irán voluntariamente y quiénes en camisa de fuerza? Ojalá que a nadie se le ocurra interrogar al narrador".

Mariano Aguirre,  Revista Pluma y Pincel
"A mucha distancia de las buenas intenciones y del oportu­nismo se encuentra Fernando Jerez en su segunda novela. Un día con su Excelencia (primera edición en Bruguera, segunda en Galinost), es un relato donde lo imaginario alcanza una alta dimensión poética. esto, quizás, pueda parecer contradictorio con el mundo presentado en la novela, un mundo dominado por un dicta­dor decrépito obsesio­nado, entre otras cosas, por la pasión hacia una muchacha, Verónica, que está en manos de su propia policía, pese a lo cual no puede revivir la única oportunidad que estuvo con ella. No es contradictorio. En literatura, la buena, se entiende, importa más cómo se narra que lo que se narra.

Veinticuatro horas, tal vez las últimas, de la vida del dictador Núñez, constituyen la situación básica de la novela. A partir de ella se va reconstruyendo el pasado, que permite captar los hechos y las motivaciones que desembocan en este presente.
El relato está organizado en varias secuencias, de diferente extensión que son entregadas por distintos narradores y que tienen como centro a los personajes principales: el dictador mismo y su secretario Romualdo; Verónica, que registra en un cuaderno la ignominiosa que vive en la cárcel, pero también su irreductible amor por Juan; Viviana, la ambiciosa mujer de Núñez, que ha ascendido a su privilegiada posición sin importarle mucho los medios, y Rosalino, el mozo de palacio que las oficia de informante del dictador.

Las dos primeras secuencias son las fundamentales. Núñez, preocupado de ciertos rumores acerca de su salud, recuerda. Recuerda valses mediante, a la única muchacha que, días atrás, lo ha conmovido; evoca todos los esfuerzos realizados para llegar adonde está; piensa en Abraham Lincoln, su admirado Abe, en los momentos en que fue asesinado. Pero también ordena que se descu­bra la traicionera mano -¿habrá sido la de Romualdo?- que escri­bió ofensas en su propio ascensor, y sobre todo, realizar la más espectacular de las ceremonias de la década del gobierno para "despejar todas las dudas sobre mi estado de salud". Una y otra vez vuelve a lo mismo, desplegando sus obsesiones. Verónica, en su celda, también recuerda. Su vida provinciana, su llegada a la ciudad, su encuentro con Juan, su amor por Juan. Para Núñez ya es inalcanzable.
Pero en el trasfondo de la novela hay otro personaje: el poder. Un poder destructor que no tiene sólo víctimas (...) Fernando Jerez ha escrito una novela compleja, exigente para el lector, porque ha querido aprehender a fondo una realidad que también los es (...) La escritura de Jerez va mucho más allá, tras

Leonardo Cáceres, Diario La Epoca, 3.5.87
"Fernando Jerez, en Chile y desde Chile, publicó en 1986 Un día con su Excelencia. En ella, despliega en alto grado la técnica de la novela contemporánea. El tirano Núñez es absoluta­mente, en su crueldad y en debilidad; la afanosa búsqueda de Verónica, la quimérica amada de una noche, torturada y violentada por las mismas fuerzas satánicas que el dictador desata, deja al descubierto que los tiranos también sienten..."

Héctor Velis Meza, Revista  La Revista, 8.04.1987
"La vocación por las letras en Fernando Jerez no sólo se manifiesta en sus textos de impecable realización, si no que también por su constancia -esencial para los tiempos que viven los escritores- y fidelidad a la razón de ser literaria.
Más conocido fuera que dentro del país, Jerez ha visto traducir y publicar sus libros en diferentes idiomas y diversos países, siempre con el respaldo de la crítica más exigente y erudita.

El mundo de los dictadores ha sido extensamente tratado por otros escritores, pero pareciera ser que como fuente de inspira­ción es inagotable, por lo que cada cierto tiempo, a los títulos ya existentes, se suman los nuevos. Jerez, en el suyo, traza con líneas fuertes y caricaturescas el entorno de uno de estos personajes, acentuando su soledad, despotismo, indolencia y una existencia singularizada por las contradicciones. Bien escrita, inteligentemente estructurada, su texto fluye con agrado y su lectura se convierte en una experiencia para no olvidar".

Jaime Valdivieso, Revista Apsi, diciembre 1986
"Esta parvedad del personaje se ve ampliamente compensada por la excelencia del lenguaje, por la finura y agudeza de las percepcio­nes, por la oscilación entre la poesía y la obscenidad que encarnan algunos personajes, y porque a través de estos elementos aparece el espíritu humano en su ineludible compleji­dad , lo que hace que la novela esté llena de tensiones, de silen­cios, de impulsos y distensiones, y de la necesaria dosis de sapiencia que otorga un afinado oficio.

Pero el principal mérito de Un día con su Excelencia reside en que, a pesar de la contingencia, estamos frente a una obra literaria y de imaginación, lo cual hace siempre que la historia y el documento sean absorbidos y neutralizados por el régimen de la fantasía y de la magia verbal".

John Hasset, Swarthmore College, Pennsylvania, Diciembre, 1986
"Me ha gustado mucho Un día con su Excelencia. Es una novela muy bien escrita y estructurada. Me quedé fascinado por la pintura de Núñez, Morán, Romualdo, etc. Sigo llamando la atención de mis colegas a él y en varios simposios lo he mencionado como uno de los libros más importantes publicados en Chile durante la dictadura. En un año más voy a dar un curso sobre la narrativa chilena escrita después del golpe e incluiré Un día... en la bibliografía obligato­ria..."

Lic. Hiquingari Carranza, México, D.F., Febrero, 1987
"Hoy que tengo la oportunidad de estar en mi país, disfru­tando del confort de un buen escritorio para trabajar y recrear, pude finalmente leer tu extraordinaria novela -Un día con su Excelen­cia- (...) sobre la última hoja puse con doble satisfac­ción la contra­portada, terminaba por un lado esa novela que me persiguió casi por todos los sitios donde anduve,, pero sobre todo descubrir en las 228 páginas una novela valiente y decidida, extraordinaria­mente estructurada, definida y sólida...Quiero por lo tanto que recibas ésta como una propuesta formal para que decidas si la editamos en México, de antemano te reitero mi disposición para hacerlo inmediatamente..."

                                                 
Ramiro Rivas, Fortín Diario, 12.3.89
"En Un día con su Excelencia, primera y segunda edición, publicadas en Chile por Galinost, y la tercera por Alfaguara, Madrid, el autor afronta un nuevo desafío: retratar un dictador latinoamericano. Para ello planifica esta novela circunscrita a las veinticua­tro horas de vida de un dictador, prdecesoras a un acto público que se desarrollará ante la ciudadanía para demos­trar su vigor, su estado de salud inquebrantable, a pesar de senilidad, y así borrar las maledicencias y los rumores circulan­tes hasta en la propia casa presidencial, sobre su posible enfermedad.
Mediante racontos, Jerez logra una ambivalencia evocativa casi ritual, especialmente cuando se refiere a una muchacha desconocida que amó una noche y sigue evocando los recuerdos dejados por esa piel joven en su cuerpo senil. Esta muchacha jugará una papel angular en los capítulos siguientes. Es decir, el autor, en el capítulo inicial, entrega las primeras claves a desarrollar en los capítulos subsiguientes, despertando el interés del lector por proseguir la lectura.

Muchos podrán asegurar que se han escrito innumerables novelas sobre este personaje arquetípico de nuestro convulsionado continen­te nuevo, pero nos parece un tema inagotable por la multiplicidad de enfoques. Jerez elude estos riesgos, porque sencillamente desdeña posiciones ya holladas y manidas por los escritores hispanoameri­canos, como la mitificación errabunda y folclórica, la sátira despiadada, la degradación y la blasfemia.

Tampoco dialectiza en lo político. Sólo expone, inmerso en el alma de sus personajes, sin envilecerlos. Es un hábil desen­mascarador de nuestras realidad. Sabe narrar con dramatismo desde la perspectiva más íntima, decubriéndonos la desintegración existencial, la incomunicabilidad, la sexualidad frustrante, el desarraigo alienador del tirano. Todo esto, desarrollado con una técnica literaria que logra estructurar el lenguaje empleado en cada personaje de acuerdo a sus propias necesidades. Así, la anécdota, dispersa, discontinua, metaforseada en situaciones límites, cobra verosimilitud, eficacia cinética, atmósferas indeterminadas y sugestivas. La novela se lee velozmente, sin aliento, sin odio a ese personaje abyecto, más bien con un dejo de ternura, de lástima por ese ser enfermo y aborrecido hasta por sus propios subalternos. El autor no denigra al personaje: éste se retrata por sus propias acciones.
Alguien dijo que la literatura se asume en el terreno de los hechos, no en las abstracciones. Fernando Jerez lo logra plena­mente con esta excelente novela, técnica­mente bien estructu­rada, moderna, valiente en lo temático, renovador en lo formal, ágil en su lenguaje joven y vital.

Michel Santiago, Revista El Urogallo, Madrid, Mayo 1988
"Parece que son abundantes las narraciones que tienen como eje central a personajes que ejercen, de una u otra forma, la tiranía estatal. Para agruparlas ha surgido la denominación Novela de Dictadores, en este gran saco ocupa su lugar con todos los derechos el texto de Fernando Jerez, autor del cual la editorial Alfaguara no aporta otro dato que el de su origen chileno, lo que, desde luego, indica la cercanía de su material de trabajo.

En el discurso aparecen las voces extremas, protagonistas de esos trozos de historia, y lo hacen desde su realidad como individuos aislados y solos, justo en el momento en que la decadencia entra por las grietas del sistema y provoca el desdo­blamiento, que no es contradictorio, sino absurdo. Todos quedan atrapados en el juego.
Apariencia y realidad otorgan de por sí complejidad a los personajes, sobre todo a los dos pilares de la narración: Núñez, el tirano, y Verónica, la tiranizada, que se llenan a cada página, dando saltos hábiles en el tiempo manejado con soltura y apoyado en una noche en la que entrecruzan sus vidas que ya no se separarán en el espacio literario.

El lenguaje se sirve en muchos casos del monólogo interior que permite al lector acercarse a los intersticios sicológicos que descubren una ferocidad demente en Núñez y cierta ingenuidad delatora en su construcción que goza, por otro lado, de decrepi­tud física, recuerdos que afloran con insistencia, desconfianza, y algo parecido al enamora­miento que entibia con retazos humanos su carácter monolítico. Jerez no ha olvidado nada... Nada le falta tampoco a Verónica, son la flexibilidad, el sentimiento y la sensación los que la conducen sin remedio a caer en las garras del aparto político, aunque será también el único equipaje que no puedan robarle, porque ella desde el comienzo asumió su propio juego..."

Antonio Rojas Gómez, Diario Las últimas noticias, 29.04.1988
"Temprano es para aventurar qué novelas nutridas de la realidad de hoy podrán permanecer en el Chile de mañana. Arriesgo un vaticinio: Un día con Su Excelencia, de Fernando Jerez, tiene validez por sí misma, independientemente del contexto histórico en que fue creada. Es una obra bien concebida y llevada a cabo con estricto profesionalis­mo. Uno podrá estar o no de acuerdo con los puntos de vista del autor, pero no se puede desconocer que se trata de una de las mejores obras de ficción de esta década".

Juan Armando Epple, University of Oregon, febrero 1988
"El trimestre pasado di un seminario para estudiantes del programa de master y doctorado sobre nueva narrativa chilena. Incluí Un día con su excelencia, y uno de los estudiantes escri­bió su trabajo final sobre esa novela. La experiencia de este seminario fue bastante positiva, y me permitió reunir varias notas para un posible artículo sobre el tema...."

Diario La época, Santiago, 5 de febrero de 1989
"Curioso es lo que ha sucedido con Un día con su excelencia
de Fernando Jerez, una de las mejores novelas concebidas en Chile durante los últimos años. Cuando apareció por primera vez en 1986, la crítica de la época -la oficial se entiende- guardó un silencio propio de un templo. El tema debió parecerle conflicti­vo, quizás hasta peligroso. Eso de narrar 24 horas de la vida de un dictador decrépito, posiblemente las últimas, enamorado de una ilusión, debió poner nervioso a más de uno.

Pero la novela se fue imponiendo, tanto que ésta es su cuarta edición, tres realizadas en el país y una en España. La razón es simple. Con un tema que tiene antecedentes de fuste, Jerez logra trascender lo que podría ser una mera lectura refe­rencial. Si bien se alude a situaciones reconocibles por cual­quier lector chileno -los porfiados hechos-, el texto alcanza una dimensión estética que va mucho más allá. Mediante una escritura concentrada, con un hábil manejo de variadas técnicas narrativas, se va conformando un mundo que, por angustioso que pueda parecer, atrapa al lector desde la primera secuencia.

Ignacio Valente, diario El Mercurio.
...La  novela también nos recuerda y no solo por el tema, sino por ciertas semejanzas formales, Conversación en la Catedral, de Vargas Llosa...
...Los entretelones del poder absoluto son abordados con una prosa tan vibrante, que el asunto se hace aceptar desde el primer momento, a pesar de lo transido de esa senda narrativa...
...Jerez exhibe una visible habilidad al sembrar el relato con versiones verídicas del gobierno militar chileno, como el fraca­sado viaje del Presidente a Filipinas, o la muerte del sacerdote Garland, si bien hay una evidente voluntad de impregnar éstas y otras referencias históricas con una superior fantasía creadora: con la universalidad del arte narrativo...
...Me parece que el autor consigue, mediante ellas, una especie de plusvalía literaria, porque la lectura local y presente del relato se beneficia, con un interés actual y casi periodístico por parte del lector, que descifra hechos reconocibles a lo largo de la narración...
Parece que el género de la novela sobre los años del régimen militar chileno es un género particularmente difícil de abordar, tal vez por la propia intensidad de los sucesos políticos. Isabel Allende en "De amor y de sombra", fracasó; Lafourcade, en "El gran taimado", para qué decir; sólo José Donoso en "Casa de campo", ha triunfado con brillo en este desafío, escribiendo en forma oblicua y con la fuerza de grandes energías fabuladoras. No puede decirse que este intento de Fernando Jerez en el difícil género sea un fracaso, porque mueve a ratos una dinámica susbtancia narrativa, pero tampoco se lo puede calificar de éxito sin más..."

José Promis, The University of Arizona, 28-02-1989
"En 1986 Juan Loveluck me había recomendado su novela con mucho entusiasmo. Ese año la leí en la edición de Bruguera y me pareció  un texto de calidad excepcional. De hecho yo ya la había incluido como una de las novelas más importantes publica­das en Chile en la década 75-86 en el Handbook of Latin American Studies de la Biblioteca del Congreso de USA, donde estoy a cargo de informar sobre la actividad literaria chilena en el campo de la prosa...

También conozco sus obras anteriores. En mi modesta opinión, usted pertenece al grupo de los mejores novelistas chilenos de hoy, grupo que naturalmente es siempre reducido. Espero en los próximos meses ampliar mi libro La novela chilena actual, que fue publicada en Buenos Aires en 1977, para reeditarlo en Chile. Sin duda, analizar su narrativa será un aspecto indispensable de los capítulos que agregaré..."

Miriam Pino (Universidad Nacional de Córdoba, Agentina)
 “Un día con su Excelencia”, bellísima. Me parece una gran novela, allí hay cosas bien interesantes poque tiende a romper con la larga tradición de dictadores latinoamericanos estereotipados ya que éste se enamora ... y allí, para mí, comienza a modular el relato desde otra perspectiva. Creo que el discurso amoroso, va moduando en tono diferentes Núñez, Verónica, Viviana, y si también te pones a pensar Rosalino en el que cuaja una tremenda dialéctica de amo-esclavo, que es otro tipo de amor. Si a eso le sumas las letras y el ritmo de la música... da para mucho. Me parece una gran, pero gran novela, más allá de la atmósfera de época que pueda tener, la quiero mucho...”

 

@ 2005
Diseñado por Francisco Jerez