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Un hombre que escribe porque le da la gana

El nieto del miedo


Fernando Jerez lanza una novela ambientada en el final de la UP

Así es  la cosa”: apareció Fernando Jerez
Con un libro y un premio


“Quedarán los que tienen que quedar”

Así son los escritore
s

“Como un boxeador que se levanta
y sigue haciendo su tarea”


Poli Délano/Fernando Jerez, la marca del exilio


El Día, México,D.F. 4 de diciembre de 1993


Dos generaciones con un mismo hilo temático: la dictadura

Los escritores chilenos sin apoyo continuo para la edición de obras narrativas.

Hablan para El día los escritores chilenos Fernando Jerez y Ramón Díaz Eterovic quienes presentaron sus obras más recientes en esta ciudad capital

Si bien en Chile la democracia fue restablecida, a la situación de los escritores aún le queda un largo trecho por recorrer. Ante el desplome de una buena parte de las ediciones chilenas perdidas por la piromanía de los mili­tares y los exabruptos de la dictadura, lo im­portante ahora, "es restablecer la efervescen­cia por la lectura a través de verdaderos programas y proyectos editoriales que apo­yen al quehacer narrativo".
Hablan para El Día los escritores chilenos Fernando Jerez y Ramón Díaz Eterovic, quienes participan en el Octavo Congreso de Narradores Latinoamericanos celebrado en esta capital y que ayer presentaron en la libre­ría El Juglar sus más recientes títulos: Temprano despunta el día y Nadie sabe más que los muertos, respectivamente.
Para Fernando Jerez uno de los grandes problemas por los que atraviesa el escritor chileno, es la falta de un apoyo continuo para la edición de las obras. Hoy, a pesar de haber­se promulgado el Consejo Nacional de Cien­cia y que pretende estimular la lectura, des­centralizar la actividad cultural, otorgar becas y crear un vínculo de apoyo hacia los jóvenes escritores, "no se ha planteado un proyecto editorial al nivel del realizado por Salvador Allende (Edit. Quimantú) que daba cuenta de los más recientes trabajos realizados por los escritores chilenos. En esa época efervescen­te, se editaban periódicamente libros cada quince días a la vez que se realizaban verdade­ros programas de fomento a la lectura".
En opinión de Ramón Díaz, si bien la litera­tura forma parte de una minoría, lo significati­vo ahora, es "si no acrecentarla por lo menos no desaparecerla". Los nuevos programas, comenta al igual que Jerez, adolecen de un verdadero apoyo eficaz por fomentar la lectu­ra y la edición de las nuevas obras narrativas.
Pertenecientes a dos generaciones de escritores pero unidos por un hilo temático: la experiencia de la dictadura, los dos escritores expresan aquí sobre sus más recientes obras:

TEMPRANO DESPUNTA EL DIA

Después de un periodo de siete años sin escribir, exonerado de su cargo bancario, tres libros publicados y traducidos a cinco idiomas con el Premio Municipal de Literatu­ra en 1984, Fernando Jerez retorna bajo el am­paro, de las editoriales Atena y-Galianost con
un nuevo texto de carácter "autobiográfico e intimista" Temprano despunta el día.
Obra que se inicia cuando "Francisco Medrano, junto a su amigo Bétofen, echan por tierra la enorme estatua que representa al ge­rente de la empresa en la cual trabajan ambos. Este hecho mítico, de aparente intrascenden­cia, representa el acto final de desobediencia y rebeldía del protagonista, reunido a lo largo de su veloz carrera administrativa que lo lleva a los puestos más altos de la empresa, pasan­do por el atropello de sus colegas y sus más elementales valores éticos. Y lo conduce a un largo juicio acusado de subversión. El año y medio que se prolonga este juicio con carac­terísticas casi kafkianas, le bastan a Jerez pa­ra desarrollar todo el proceso narrativo y anec­dótico, todo el develamiento interior del ambi­guo Medrano y su entorno familiar.
"Resultado de una experiencia personal ya que el autor fue empleado en una sociedad bancaria, Jerez se apropia de su autobiografía para ejecutar una obra con ambientación y recreación de una época marcada por la dicta­dura. "Ese periodo fue tan traumático, tan lar­go, que no ha sido fácil desligarse de los te­mas en muchos años. Todos los hechos traumáticos son motivo de creación, de recreación, de interpretación y de estremecer las conciencias. Con una mirada más distante, sin apasionamientos, se puede recrear lo ocurrido con mayor realismo y al mismo tiem­po intentar una interpretación".
Ambientada en el último año de la Unidad Popular, tiempo de reforma y nuevas esperan­zas, el personaje principal se adhiere a ese movimiento para resolver una lucha interna "y ya siendo parte de ese ambiente, al protago­nista le encargan una misión, la que termina el 10 de septiembre de 1973, la noche anterior al golpe militar que derrotó al gobierno de Sal­vador Allende". En Temprano despunta el día, "se relata también cómo se enfrenta indefenso ante los tribunales y en un proceso que dura un año y medio se va reconociendo a través de pruebas y testigos. Medrano, quien durante esta difícil situación llega a repugnarse a sí mismo, ter­mina recuperando su fe en el mundo.
Perteneciente a la llamada generación de los novísimos del 60 y que al lado de otros escritores como Antio Skármeta, Carlos Oliva­res, Poli Délano entre otros, constituyeron un núcleo representativo de escritores que en pleno desarrollo fue desbaratado por la dicta­dura y el exilio, Fernando Jerez advierte que si -bien el escritor no propone un esfuerzo político sino sólo la descripción de hechos al estilo de una "cámara cinematográfica", la mas re­ciente novela no puede desprenderse de un transfondo político. Es que no podemos sepa­rar a ese tipo de acontecimientos porque son hechos innegables. Como en otros lugares, muchos artistas aún trabajan en torno a la Se­gunda Guerra Mundial, acá la literatura y la creación están marcadas por esos años traumáticos".
Lenguaje, propuesta y género en Temprano despunta el día, señala Fernando Jerez, se explican en la complejidad de su estructura y en donde lo importante "es la discusión y la multiplicidad de historia que contiene".

NADIE SABE MAS QUE LOS MUERTOS

Para Ramón Díaz Eterovic,  Nadie sabe más que los muertos “es una novela que se enmar­ca dentro de lo que se conoce como novela negra o policiaca. El tema de fondo tiene que ver con la dictadura militar encabezada por Augusto Pinochet".
Sin embargo no sólo se ubica en eso hecho, sino que también aborda la participación de la injusticia y la lucha de los derechos humanos: "intenta también realizar una reflexión acerca de la conducta que tuvo la justicia en Chile durante ese tiempo".
Parte, comenta, de la base de otras novelas del mismo género, "es un detective privado más o menos marginal, un tanto descreído que le piden que trate de averiguar el posible nacimiento de un niño en una cárcel clandes­tina durante la dictadura y a partir de eso se desarrolla toda la intriga y la trama". Miembro de la llamada generación del 80 o del golpe que agrupa a los escritores chilenos nacidos entre 1950 y 1960, Ramón Díaz Etero­vic señala que uno de los intereses de la obra, "más allá de la trama está una demanda frente a la injusticia y la violación de los derechos humanos ejercida durante la dictadura pi­nochetista, así como describir a una sociedad que vivió con un estado de represión y mar­ginidad".
Nadie sabe más que los muertos habla y describe a una "generación que tras colapsa­da de sus deseos y esperanzas obtiene un nuevo revival frente a la justicia y los de­rechos humanos". Da cuenta de radiante lucha por la libertad, obtiene del espíritu com­bativo un hilo solidario y aborda a la conciencia humana frente al debate en múltiples y ambiguas actitudes contradictorias.

 

 




 

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